El simulacro

Dentro de las actividades programadas en nuestro centro para conmemorar el Día de la Lectura en Andalucía, el equipo de la biblioteca propone que, mañana viernes 15 de diciembre, dediquemos la segunda parte de la quinta hora a la lectura de la alocución que el Centro Andaluz de las Letras propone cada año para celebrar este día.
Para señalar el comienzo de esta media hora y convertirlo en un simulacro de lectura, sonará un timbre especial a la 13:15.

El texto completo de la alocución puede descargarse gratuitamente desde la web del Centro Andaluz de las Letras. https://www.juntadeandalucia.es/cultura/caletras/content/alocucion-dia-de-la-lectura-2023

Gracias de antemano por vuestra colaboración.

La designación del 16 de diciembre como festividad andaluza de la lectura no es casual, sino que atiende al recuerdo del encuentro que, en esa misma fecha del año 1927, mantuvieron Federico García Lorca, Rafael Alberti, José Bergamín, Juan Chabás, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Jorge Guillén en el Ateneo de Sevilla con motivo de la clausura de un homenaje al poeta cordobés Luis de Góngora. Este portentoso grupo de poetas se conocería como la Generación del 27. Una generación literaria, la Edad de Plata de nuestra literatura. También un 16 de diciembre de 1902 nacía uno de los más destacados integrantes de la Generación del 27, Rafael Alberti, por lo que esta fecha resultaba la más idónea para declararla Día de la Lectura en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Desde el Centro Andaluz de las Letras se invita a la lectura, en los centros educativos, bibliotecas públicas, clubes de lectura e instituciones culturales y literarias, de la alocución ciudadana elaborada por la escritora y librera Belén Rubiano, quien nos invita a la lectura a través de un texto titulado ‘Quien lee lo sabe’. Sus emotivas palabras nos acercan a la primera escritora española con conciencia literaria:

«¿Quién de nosotros desconoce lo que es estar solo entre la gente? Beatriz Bernal se sintió así, como todos los lectores puros primero y todos los que llegan a ser escritores después, no me cabe duda, en su primera infancia. Pero tuvo la fortuna de tener libros cerca y el acceso a una formación que su época negaba a las mujeres. Descubrió la lectura y sus infinitas bondades: la multitud de vidas posibles viviendo apenas la propia, algo que conlleva la aniquilación del tiempo que miden los relojes, la posibilidad de viajar lejísimos sin salir de Valladolid y que lo que llamamos realidad es sólo la manera que tenemos de fracasar al nombrarla.»