Cuando yo era alumno de instituto (de lo cual no hacen tantos años) el periodista sueco Stieg Larsson comenzó a publicar la saga «Millenium», cuya primera entrega se tituló Los hombres que no amaban a las mujeres. Esta novela negra es la crónica de los conflictos de la familia Vanger, un entramado violento y amenazante en el que crecerá una tierna y frágil historia de amor entre dos personajes absolutamente inolvidables: Mikael Blomkvist, periodista de la revista Millenium; y Lisbeth Salander, una peculiar investigadora privada, socialmente inadaptada, tatuada y llena de piercings, y con extraordinarias e insólitas cualidades.
La novela fue llevada al cine en dos ocasiones. En 2009 se estrenó la versión sueca, protagonizada por Michael Nyqvist y Noomi Rapace. Posteriormente, David Fincher dirigió el remake americano estrenado en 2011 y protagonizado por Daniel Craig y Rooney Mara.
Los hombres que no amaban a las mujeres me resultó una novela adictiva que provoca todo tipo de sensaciones, desde ternura a desesperación e impotencia, todo ello gracias a las dosis de suspense, secretismo y enemistad que el autor introduce en su justa medida. Las dos adaptaciones al cine supieron captar la esencia de la novela en su justa medida, con las dosis de acción adecuada para convertirlas en éxitos de taquilla.