En Estepona, a viernes 29 de junio de 2018.
Estimada
Comunidad Educativa del IES Monterroso:
Me quisiera
dirigir a todos ustedes por última vez en calidad de vicedirector para comunicar
que digo adiós al cargo que he ostentado durante los últimos 9 cursos
escolares. Si añadimos el curso que hubo justo antes, el año que fui Jefe de
Estudios Adjunto, estamos hablando de 10 cursos seguidos siendo miembro del
Equipo Directivo de esta institución educativa.
Durante toda
esta década he tenido un sitio privilegiado, un maravilloso mirador donde poder
contemplar la adaptación del instituto a los nuevos tiempos: innovaciones
tecnológicas, plurilingüismo, nueva oferta formativa, cambios en los roles de
docente-estudiante-familia, transición del colegio al instituto y dentro del
mismo, de una etapa educativa a otra, etc.
Evidentemente
tuve la oportunidad de conocer a muchas personas que me han marcado para
siempre gracias a la incesante rotación
de promociones escolares, de claustros, de AMPAs y otras entidades, de
programas... Participé, todo lo activamente que pude, en infinidad de proyectos
y actividades educativos (intercambios escolares, viajes de estudios,
actividades tutoriales, grupales o por niveles, eventos para el profesorado y
personal de administración y servicios...). Y, además, mi posición me permitió
relacionarme con agentes políticos y socioeconómicos (autoridades públicas,
empresarios, sindicatos, medios de comunicación u otros centros educativos y
culturales, por ejemplo) a los que pude enseñar por dentro y por fuera todo lo
que es el Monterroso y de los que también aprendí significativamente.
También sé que
me equivoqué. Recuerdo alguna metedura de pata de envergadura. Desde luego, sí
que puedo confesar públicamente que nunca tuve la intención de perjudicar a
nadie. Y por ello, pido disculpas públicas a quien pudiera haber molestado u
ofendido en mi ejercicio de la función directiva.
En líneas
generales me voy satisfecho por el trabajo desempeñado y, sin lugar a dudas, me
despido muy feliz porque dejo mi puesto en muy buenas manos: las de la nueva
vicedirectora, D.ª Juana María Infante Alarcón. ¡Suerte, compañera!
No quisiera
terminar sin mencionar a varias personas que lo fueron todo para mí y que, tras
esta etapa profesional, se han convertido en amigos personales. No puedo
nombrar a todos. Sería materialmente imposible porque sois tantos que no
acabaría nunca (alumnado, madres, padres, compañeros profesores, miembros del
equipo directivo...). Asumo el riesgo de que me dejo a mucha gente sin citar
porque sé que ellos, muy cercanos a mí, sabrán perdonarme. Sólo voy a
referenciar lo indefectible. Me gustaría recordar al primer director al que
asistí, D. Francisco Medina Infantes, que fue quien primero confió en mí para
esta responsabilidad. También, al segundo y último al que serví, D. Francisco
Javier Márquez García, con el que he compartido un tabique inservible ya que en
lugar de separarnos nos ha unido para siempre. Luego está mi hermano
“monterrosero”, el Jefe de Estudios, D. Juan Serrano Pérez. Y, como no, mi alter
ego en el DACE, D.ª María del Carmen Galán Muñoz. Para estas personas y para todos los demás
solo tengo palabras de agradecimiento por lo mucho y bueno que me han dado.
Los que me
conocéis bien, sabéis que soy muy inquieto y apasionado. Así que como siempre
ando buscando Ítacas, me despido con un poema del escritor grecoegipcio
Konstantino Kavafis que “clava” mi visión sobre la vida. Dice así:
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los
cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu
cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti. Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y
alegría!- a puertos nunca vistos antes. ... Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Ítaca te enriquezca. Ítaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha
engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta
experiencia, entenderás ya qué significan las Ítacas. |
¡Hasta siempre,
Monterroso!
¡Salud!
Firmado por
Francisco Ramón Pérez Gomar.
Postdata. Gracias a mis padres Isabel y Ramón
(DEP), a mis hijos Laura y Víctor, al resto de la familia, a mis amigos y a
Nuria. Sin ellos nunca podría haber llegado a ejercer el cargo de vicedirector
del Monterroso.